lunes, 27 de octubre de 2014

No sin mi móvil


El título del post de esta semana parece el de una película y ¡casi aciertan! porque perfectamente podría tratarse de la peli de la mayoría de nosotros. 

 Como ya les dije en la última entrada, esta semana voy a hacerles reflexionar un poco ;-)

 ¿Cuándo fue la última vez que saliste a comer sin el celular?, ¿cada cuánto lo miras?, ¿eres capaz de pasar horas sin tocarlo? Uff! las respuestas seguro que para muchos son: "no me acuerdo", "cada cinco minutos", "¿estás loca?". Nos hemos acostumbrado tanto a llevarlo con nosotros a todas partes que ya casi parece que nos sentimos desnudos sin él, vamos como si nos faltara algo. 

 Yo misma me declaraba una móvil adicta porque aprovechaba cualquier rato para enfrascarme en una conversación vía whasapp, mirar las redes sociales... y al final muchos de mis momentos de relax estaba ahí enganchada, igual que cuando salía a comer o cenar... el chisme siempre encima de la mesa. ¡Qué feo!

 Resulta extraño ir a comer y comprobar cómo mesas de parejas o de amigos pasan ratos pegados al móvil. La última vez fue este sábado en una terraza dos amigas cenaban y hablaban ¡por el mismo chat del washapp! en lugar de conversar entre ellas. Cada una a lo suyo y entonces te paras a pensar... ¿para qué quedan a comer? Es lo mismo que cuando quedas tú para estar con algún amigo, por ejemplo, y se pasa todo el tiempo mirando el aparatito ese... te sientes completamente ignorada ;-(

 Creo en las conversaciones, en disfrutar hablando de temas diferentes, en recordar viejas historias (como en último asadero que fui), sacándonos los colores unos a otros... porque de otra forma empezamos a perder la capacidad de comunicarnos y de socializarnos lo que nos convierte en unos uraños de cuidado. ¡Por favor si estás leyendo este post, deja el móvil cuando estés con más gente! ¡Diviértete!

 Les cuento esto porque hace unas semanas cuando de camino a disfrutar de una maravilloso día en la Playa de Anfi, en el sur de Gran Canaria, me di cuenta de que me había dejado el móvil en casa. ¡Horror! pensé. "Como iba de copiloto quería aprovechar el camino en coche para hablar con algunos amigos que tenía pendiente". Me enfadé, jajaja. Si así como lees, me enfadé porque pensé "¿cómo voy a estar sin móvil todo el día?". Me preocupé al principio por Dakota, pero estaba en casa de mis padres así que estaba bien cuidada. Pero seguía algo molesta... porque estaría un día entero sin estar atenta a la actualidad deportiva... entonces me vino a la cabeza: ¡Soy adicta al móvil! 

 Respiré hondo y me propuse disfrutar del gran día que me esperaba: sol, arena, agua fresquita, tranquilada... y sobre todo la mejor compañía. (Hubiese estado mal ir en coche pegado al móvil mientras el piloto conduce.) Miren qué gozada:


Así estaba la Playa de Anfi cuando llegamos

No podía hacer mejor día

Me hizo mucha gracia esta boya porque como
estaba torcida parecía 
una flecha

El puesto de socorrista, sin socorrista ;)

Así lucía de azul intenso el cielo

Son las pertenencias de una familia extranjera que
quedaron tan cerca del agua que a medida que subía la
marea se ibamojando. Algunos nos acercamos para retirarlas
varias veces. Los dueños alucinaron al llegar, pobres.

Es la zona que da la espalda a la playa

Relajadísimaaaaa
 Si disfrutamos del día... al atardecer unas palas y un último chapuzón. Este es el mejor momento de un día de playa.

Las gaviotas aprovecharon que la playa quedó
vacía para buscar restos de comida

Ya recogemos

 Y aprendí a vivir sin móvil. ¡Yuhuuuuuu! Pasado el día fue cuando me di cuenta que haberlo dejado atrás fue lo mejor que me pudo pasar. Ahora practico ratos sin el móvil y les digo que sí se puede ;-)
 Les animo a probar a salir sin móvil. Dejénlo en casa. Y si van a comer no lo pongan sobre la mesa. La vida es muy corta y merece la pena saborear los buenos momentos. 

 ¡Nos leemos la próxima semana astraeas!


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