martes, 28 de enero de 2014

Dakota crece

Y yo con ella. 

 Justo, el 2 de diciembre de 2012... era domingo e iba a comer con una amiga. De repente un hombre se acercó a mi coche, cuando ya lo había aparcado, y por la ventanilla me metió un cachorrito tembloroso que no paraba de gimotear. 




 Me contó su historia: pertenecía a una camada de cachorros que había tenido una pareja de perros suya (eso me dijo) y no podía mantenerlos. Estaba gordita y bien cuidad, gracias a la ayuda que le prestó un veterinario de la zona pero no tenía para más. Y... uff! ¿cómo dejarla allí? 

 Mi primera intención fue buscarle un hogar pero cuando comprobé que se acercaba a mí buscando cobijo, con esos ojitos oscuros que me miraban con desconsuelo, decidí que que no podía darla en acogida. 




 Dakota fue el nombre que le pusieron al nacer y en honor a la persona que la cuidó durante sus primeras semanas así se llama: Dakota




 Comenzó a crecer... al principio cabía en cualquier sitio, ¡hasta en la despensa de casa! pero poco a poco tuvo que buscar otros sitios más grandes para esconderse.



 Sacarla de paseo, ocuparme de su alimentación y sus cuidados (como la vacunas, el veterinario, su higiene...) me han convertido en una persona más generosa y con mayor capacidad de organización porque hay que tenerla en cuenta todos los días para que no pase demasiado tiempo sola y tenga siempre su buen rato de disfrute al aire libre. Llegar a casa a la una de la mañana, ponerte cómoda y salir a la calle para darle una vuelta antes de dormir y no sentir pereza es en fin... sencillamente increíble.





 Dakota da cariño sin condiciones... te sigue el rollo cuando estás de buen humor y se acurruca contigo en esos días en los que sólo te apetece sofá.



 Con ella he hecho un grupo de amigos estupendos en el parque canino de las Rehoyas. Ellos estuvieron en la meta cuando corrimos juntas la canincross del principios de diciembre del 2013.




 Vale que aún le quedan cosas que mejorar pero cuando te dicen... "hay que ver lo que ha mejorado desde que la conocí. La primera vez se asustaba tanto que se escondía y ahora saluda sin miedo"... te hace sentir muy bien porque ha sido el trabajo de las dos.  




 Se ha ganado el corazón de toda la familia.

 A esta pequeña de un año a la que aún le asustan los ruidos fuertes de la calle, no le gustan demasiado las ruedas y ladra cuando algo le asusta... es simplemente una continua fuente de amor incondicional.